Cuando se trata de cocaína o heroína, es bastante fácil determinar si alguien ha estado consumiéndolas o no. Sus fórmulas son estables, estas drogas aparecen en cualquier prueba de consumo de drogas, los síntomas de su consumo son muy bien conocidos. Pero cuando las drogas son nuevas y las fórmulas están cambiando constantemente, hay un factor adicional de peligro en lo que a su consumo se refiere. Los médicos pueden no ser capaces de comprobar si se trata de estas drogas en caso de que alguien termine en la sala de urgencias de un hospital. Puede que no se reconozcan los síntomas de sobredosis y los propios consumidores pueden estar completamente inconscientes de cuáles son los riesgos que existen cuando ellos inhalan ese polvo o ingieren esa pastilla.

Y todavía más, cuando se trata de materiales sintéticos como las fenetilaminas, puedes encontrarte con que los químicos que la fabrican alteran la fórmula, incluso muy ligeramente, para modificar una droga antigua y cambiarla a una nueva que pueda ser capaz de evadir la incautación policial. Si bien esto puede funcionar  para el químico y el traficante, es infinitamente peligroso para el consumidor.

Este es sin duda el caso de las fenetilaminas. Esta es la clase de drogas con efectos alucinógenos, físicos, mentales y emocionales. Su naturaleza como estimulantes fuertes significa que van a aumentar el ritmo cardíaco, la respiración y la presión arterial. La temperatura del cuerpo sube y la persona puede deshidratarse si no se asegura de beber suficiente agua. Si la persona no maneja bien la droga o si consume demasiado, existe la posibilidad de tener fiebre alta, convulsiones y colapso de órganos.